TEATRO Y SOCIEDAD

TEATRO Y SOCIEDAD. LOS ACTORES

El teatro representa a la sociedad en dos niveles distintos. En el escenario, donde incluso a través de personajes pretendidamente griegos, se representa la sociedad romana. Las formas grotescas de los esclavos, con atributos sexuales exagerados, se unen a las altisonantes bravatas de soldados fanfarrones o a las esperanzas frustradas de amantes bobalicones, ayudados por sirvientes que buscan su propio interés. Lo mismo sucede en el graderío, donde un riguroso orden jerárquico hace patente la división en clases de la sociedad romana. Asimismo, las mujeres no son admitidas a todo tipo de espectáculos, aunque sí a los más populares.
Los actores gozan de gran fama aunque, como ha ocurrido durante muchos siglos, de un prestigio equívoco.
Nos hemos detenido al empezar esta breve descripción en los orígenes del teatro romano, pero no hemos insistido demasiado en la íntima vinculación con las manifestaciones sociales que comporta el teatro, desde las procesiones funerarias donde personajes con máscara representan a los antepasados en la pompa circense que, a modo de desfile, precede a los espectáculos. En el fondo, la parodia, como ha sido demostrado, es el elemento esencial del teatro antiguo.
La máscara es el factor principal identificativo en las formas tradicionales donde los papeles, incluso los femeninos, son representados por hombres. La rigidez expresiva de la máscara define al personaje que se mueve, además, con una gestificación codificada que el público comprende más allá de que tenga una forma realista. Algo así sucede, por ejemplo, con las representaciones sicilianas de marionetas («pupi») donde una codificación conocida por el público sirve para expresar, con un repertorio muy limitado, todo tipo de sentimientos y estados de ánimo.

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